Hoy amanecí melancólico, extrañando Los Angeles, Hollywood Boulevard y Vine Street, Frolic Room, las carreras de caballos en Hollywood Park, la Biblioteca Pública de Los Ángeles, las mujeres con grandes tetas y largas piernas que caminaban por Venice Beach, mi polla, mi licorería favorita Pink Elephant en el 1836 N Western Ave, follarme a unas cuantas mujeres sucias y borrachas, mi casa, mis obras, comerme un buen steak en Musso & Frank Grill, pero hoy no extraño a Linda, pero si pienso en la razón por la cual nunca me permitió follarla por el culo, seguro que fue lo mejor que hizo en su vida, que se yo, pero a mi de seguro que me  hubiese gustado meter mi polla en ese apretado agujero. Ahora mi nombre es Schneeflocke y vivo en un apartamento en el Hundertwasserhaus, construido entre 1983 y 1985 como proyecto social y experimentación para romper con los clichés y las normas convencionales de la arquitectura. Paso todo el día mirando por la ventana, durmiendo, pensando en mi otra vida y extrañando la vida mundana, ahora soy un gato blanco, si un gato, resucite en un jodido gato, ¿lo puedes creer? bueno, creo que esta bien, mucho mejor que haber resucitado en un banquero, o en un hijo de puta que prácticamente es lo mismo, o en uno de esos tipos que pasan la vida soñando ser ricos, o en una puta ama de casa que solo le preocupa que su marido la engañe, y claro que la va a engañar porque es una puta insoportable. Un gato está bien, son animales nobles, silenciosos y pensativos, siempre me gustaron los gatos. A veces pienso en mi cuerpo bajo la tierra ya descompuesto y devorado por lo gusanos de Green Hills Memorial Park, todo eso no me afecta para nada solo me parece curioso pensar que mi cuerpo  ya no ande por ahí caminando, eructando, cagando y llevando mucho alcohol en el hígado, ese cuerpo deforme que aguanto tanto; golpizas, borracheras, pobreza y un montón de malditas cosas más, pero para eso están hechos los cuerpos.  

Mientras miraba por la ventana veía a los turistas tomar fotos como idiotas, y de repente una voz ronca y agresiva me interrumpe diciendo “Schneeflocke, Schneeflocke, Kommt und iss”, me vuelvo hacia él y me bajo del mueble dirigiéndome hacia mi plato de comida, la cual es un asco, aunque en mi vida como humano comía peor, la verdad que no me debería quejar. El hombre de voz ronca de tanto fumar se llama Christian y es mi dueño, es un austriaco borracho, loco y escritor fracasado, tuvo un poco de fama en los 90s con unas novelas de detectives, pero ya nadie lee novelas de detectives, en realidad nadie lee, solo ven Netflix o malgastan su tiempo en las redes sociales, y es por eso que da clases en una universidad de baja calidad para poder mantenerse, en el fondo es un buen tipo, me recuerda a mi en mis bajos tiempos, me trata mejor que a su mujer, que la ama pero la trata como una mierda, y ella a el, asi que es una relación bastante equilibrada. 

Lo miro mientras escribe en su viejo computador con un cigarrillo encendido en su mano derecha, se detiene y dice en voz alta casi como gritando «Verdammt moderne Schriftsteller und ihre verdammt raffinierten und experimentellen Romane», vuelve a continuar escribiendo, es una verdad que queda flotando en el aire como si se tratara de un pedazo de una estrella flotando sin rumbo en la galaxia, es una simple roca pero antes formaba parte de una estrella que brillaba para los amantes o para los vagabundos. Luego de terminar de comer me dirijo a uno de mis lugares preferidos; debajo de la mesa del living, donde Christian escribe sus mediocres novelas, su apartamento pareciera congelado en los años 90s, tiene frutas de plásticos en la mesa, también esos adornos de color cobre en forma de animales y utensilios de cocina, me gusta debajo de la mesa porque me siento que estoy protegido por algo, no se en realidad si estoy siendo protegido, o puede ser que me sienta como en mi antigua casa de Los Angeles, me calma el sonido de los dedos tipeando en el teclado, aparte de calmarme me genera mucho sueño, se me cierran los ojos poco a poco. 

Son dos rubias tetonas que me desnudan lentamente, una se parece a Kiki Passo y otra a la Nicole Aniston, la rubia que se parece a Kiki me abre el cierre del pantalón y me saca el pene mientras la Aniston me besa en el cuello, siento la lengua de la Kiki húmeda acariciando la punta de mi pene erecto, la otra me deja de besar el cuello y me dice susurrando en mi oreja «quiero nos llenes las caras con tu esperma blanca y caliente», me éxito aún más, y la tumbó en la cama para penetrarla con mi dedo índice de mi mano derecha, empieza a gémir de placer como una gata, placeres romanos, placeres modernos de sexo callejero, la que me lo chupa se detiene y me pone un cigarrillo en la boca y me lo enciende, luego se pone en cuatro para que la penetre y yo la penetro mientras echo humo, la otra me acaricia mis bolas que chocan con el chocho afeitado y rosado de la Kiki que está en cuatro y me dice «dale más duro, más duro», se lo sacó y les digo que voy a acabar, las dos se ponen en sus rodillas y sacan sus lenguas esperando que mi esperma caliente les caiga en sus caras, me hago la paja fuertemente y cuando ya estoy por venirme como un volcan apunto de estallar escucho un grito que dice «¿porque demonios esta casa huele a cigarrillo?» dice Franziska parada en la puerta principal, la  maldita Franziska me ha arruinado mi sueño caliente que se sentía tan real, Christian no le contesta, y Franziska le sigue exigiendo que le responda sobre el olor a cigarrillo cuando él tiene prohibido fumar dentro de la casa. 

  • Contesta Christian, ¿porque huele a cigarrillo esta casa? ¿Qué vas a decir que fue el gato?. Reclama Franziska, mientras los dos me miran. 
  • No empieces Franziska, que llevo un día de mierda. 
  • ¿Llevas un día de mierda? Tu tu tu tu, siempre tu, ¿y yo qué? Que me parto el culo todos los días en colegio con niños ricos y sus malcriadeces para poder mantener esta casa porque tu eres incapaz de hacerlo con tus novelas de mierda que no las lee nadie, y tu miserable sueldo de profesor. 
  • Anda ya Franziska, que te follen. 
  • ¿Que me follen? Claro porque ya tú ni eso me haces. Solo te importa vaguear en la casa todo el día jugando a ser escritor, Christian superalo; ya tu época de escritor pasó, no hay vuelta atrás, sal a buscar un trabajo decente, y no me digas que eres profesor porque con eso no comemos. 
  • ¿Por qué me dices toda esa mierda? 
  • Porque estoy harta, harta estoy, tu no te preocupas por nada. Tengo que ser yo la que mantenga esta casa. Mira la luz del baño la tuve que reparar yo porque ni eso lo puedes hacer tú, eres el hombre de la casa, asume tu rol. 
  • ¿Qué rol? ¿La casa? Tenemos esta casa gracias a mi ¿o se te ha olvidado? 
  • Hijo de puta, tenemos esta casa gracias a tu padre que nos la dejó, si fuera por ti estuviéramos debajo de un puente perro vago. 
  • ¡Callate, callate! me enfermas mujer. 
  • ¿Te enfermo? ¿Te enfermo? Perro sarnoso, borracho inmundo, seguro que estás borracho. Sabes algo, quiero el divorcio ya, no aguanto más esta situación ni te aguanto a ti. 

Eso nunca, dijo Christian gritando, ¡eso nunca!. Se levantó y se fue a la cocina, abrió el cajón de los cubiertos y cogió un gran cuchillo, y se dirigió rápidamente a la sala, donde Franziska lo esperaba parada en el medio de la sala, «¿que vas a hacer, matarme? Hazlo, no tienes ni las bolas, acaba con mi miserable vida, no aguanto más, vamos ven y clávame ese cuchillo hijo de puta». Christian con un grito de guerra «ahhhhh» se lanza contra Franziska con el cuchillo en la mano derecha alzada, forcejean hasta que Christian le clava la punta del cuchillo en el estómago de Franziska, y los dos caen en el suelo. Franziska llora y se retuerce del dolor, Christian se pone a llorar, «perdón amor mío, perdón» arrepentido lanza el cuchillo lejos de la escena, abraza a Franziska fuertemente y le dice «te amo muchísimo, no entiendo porque me dices esas cosas, estoy seguro que todo va a cambiar y volveremos a ser felices de nuevo», Franziska le acaricia la cara con sus manos llenas de sangre y le dice «hazme el amor, eso es lo que necesito», Christian se levanta y se quita el pantalón rápidamente, luego se lo quita a Franziska también, Christian la penetra con pene erecto, y un grito de placer proveniente de la boca de Franziska invade el apartamento, lo que hace que Christian se exite mucho más y comienza a penetrarla con más fuerza, luego de unos minutos los dos acaban, con sus cuerpos cubiertos de sangre y sudor se abrazan, y se dicen el uno al otro al mismo tiempo «te amo». 

Yo los miro y me convenzo que el amor es un perro del infierno. 

Arturo Izaguirre