Padre, quiero ser poeta.

Hijo, te vas a morir de hambre.

Sólo tengo imágenes de un pez muerto flotando en un lago escondido en la visión de un dios nórdico a quien nadie le reza.

Un auto abandonado en un parking solitario de un invierno bastardo, que nos encierra en un tiempo y un espacio que es concebido como la flor en un templo griego.

Salones donde las banderas no se mueven pero donde se celebran funerales de mártires que peleaban por oro y placeres, los cuales han sido enterrados en el imaginario colectivo.

Amenazas frías como el mármol de la razón asumida, que nos quieren aislarnos por expresar posiciones contrarias, pero yo no temo a sus abrazos fríos que me arropan cuando escribo.

Un campo pagano donde se quemaron a las brujas ante las miradas de dioses traicionados.

Panteísta

Politeísta

Monoteísta

Yo siempre quise ser poeta

Arturo Izaguirre